abril 15, 2013

Retazos XIII

CXXI

Mis pecados siempre son bellos
y amanecen con resaca de quimeras,
mis virtudes se embriagan de silencio
cuando se saben víctimas de la hoguera.

Y en la consumación del alma y el tedio
uno aprende a salir a tientas ileso
del crujir de la llama del desprecio.

CXXII

Bienaventurados los segundos
que unos tras otros caen muertos
entre los pasos del moribundo.

Bienaventurado sea el tiempo
siempre libre y sutil vagabundo
de brisas y mejores vientos.

CXXIII

Me declaro un enfermo,
un perdedor con la boca rota,
un poetastro del mal enamorado,
un encantador de la última copa.

Me declaro aquel que espera
a que le coman los ojos los cuervos,
me declaro aquel que invita a a los gusanos
a la engorda mostrándoles mis recuerdos.

Me declaro un enfermo,
un aprendiz de suicida,
un alcohólico de noche tierno,
un desperdiciador de la vida.

CXXIV

Entre el trabajo
que ha de costar
y cuesta despertarse
con la resaca de diario,
siempre habrá razón
para sentirse corsario
de un pecho sin corazón.

Cuando no tengo
nada que perder,
dios me infunde
la idea de perecer.

CXXV

En lo sucesivo te diré
a quemarropa
que me muero
por verte en el después
donde tus ropas,
maquillen cálidas el suelo
y a costa de versos
te tenga de revés
.
P.D. Me muero de ganas, amor,
de hallarte temblando en estertor.

CXXVI



A menudo me sorprendo
siendo aquel mismo infante
que espera a los reyes magos,
aquel que sueños rodaban
febriles tras de una pelota
que no sabía del suelo sus estragos.

Entre mis ganas me hundo
an la melancolía
de un futuro moribundo.


CXXVII

La puta más triste de la avenida
anda silbando una canción de alegría
y en fondo del escote esconde
de boca a boca una temible sonrisa,
un sueño de príncipes emancipados
de la moral ante el poder de lo alquilado.

La puta más triste de la avenida
ha lavado con suavizante de telas,
las memorias quiméricas de sus bragas
ante el sueño de una cena con velas,

bajo una Luna en la que cualquiera
pudiera tomar la vida en sus caderas.

CXXVIII

La cofradía del secreto inmerso
en mis planes, he de reservarlo
sin temor al llegar al albor del infierno
hambriento de tus panes y tus peces.

CXXIX

Embriágate de sexo, de amores añejos,
de pasiones fieras entre vidrios rotos,
de alcohol, del recuerdo del reflejo,
de la sonrisa que otrora marcaron las fotos;
embriágate de soledades y de ausencia,
del claroscuro de la vida, de la compañía,
del mazo cuando anuncia su sentencia,
del poeta, de la Musa aún en mancebía.

CXXX

En resumidas cuentas
la poesía es lo más bajo,
nunca he conocido un Poeta
que no corra tras su pecho
cuesta abajo.

Brindadme un trago de ron
para recuperar el aliento
y tras mi pecho, ya alejado
seguid esta noche corriendo.

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