octubre 18, 2010

Carta a Ninguna Parte

Bien, sólo intento ser claro cuando acepto tu silencio como la forma más sutil de enfado. Yo en cambio, a veces río muy para mí, para mis propios adentros que constantemente se calcinan, como una forma, no tanto sarcástica, sino sardónica, esa es la palabra. No busco la manera de comprender nada, no es esa mi madera, para nada es esa; me gusta a medias tintas entender que la propia vida no tiene más remedio que la incomprensión por sí misma, en toda su extensión ni mucho menos, en cada peculiaridad que ha de enmarcar al individuo; la vida es una ambigüedad por su propia naturaleza mundana.
He de morir un buen día, lo sabes, lo sé, todo el mundo lo sabe pero cierran los ojos y aprietan en automático el culo cuando oyen la palabra "Muerte", la suya, la propia, la de los que quieren. El punto es neutral, la Muerte no necesita de comprensiones ni entendimientos, por vagos que se tengan, no, no es necesario nada de eso tampoco, lo sabemos y con eso basta para vivir e inundarse de todo aquello que a uno le hace feliz. Bebo, fumo, trasnocho, escribo de una manera honesta toda esta palabrería que es en buena medida una rotunda porquería, sufro, me desvivo llego al punto más alto de la melancolía y me reflejo en otros ojos que a su vez, han dejado de ser mundanos si en los míos han encontrado esa fibra que desemboca en un sentimiento paralelo, único, irrepetible y ciertamente efímero. Es una extraña parábola que al tocar el infierno de inmediato en el papel se contrapone, y solo así llega al cielo; así soy feliz, por un momento que al final del día se apila en el más oscuro rincón del alma en espera, de hacer con ellos un muro que después de no mucho tiempo, pudiera parecer eterno.

Bien sabes, también que soy un tipo extraño que no habla mucho cuando más requiere hacerlo, que la incertidumbre me da la satisfacción de no saber que hacer, que improviso mi vida, mis decisiones, y que también, si es que sigo los mismos patrones, improvisaré algún día el final de la misma. No te preocupes, no será pronto, aún me faltan algunas cosas por hacer, están bien resguardadas en el baúl de los pendientes. Pero me he alejado y entonces regreso. Te decía que no soy aquel que por pequeños lapsos tiene que lidiar con su "álter ego" (todos lo tenemos, por alguna razón, aunque en muchos casos no haya sido descubierto), yo soy con quien mi otro yo, por más estúpido que parezca, ha de lidiar todo el tiempo, por que en la balanza presenta mayor peso. Pero no creas que con ello, con esta carta plagada de incongruentes y empíricos argumentos, pretendo siquiera hacerme el interesante; intelectualmente bien podría equipararme con cualquier clase de tubérculo que jamás ha sido cosechado, estoy en un húmedo hoyo con la tierra cayendo hasta mis hombros como un sombrío vegetal, que sin embargo dice lo poco que sabe por que así lo siente, no por que en realidad lo comprende.

Es la vida, que me ha hecho desde que fui por sus fauces vomitado, viejo, sentimental y huraño, con una cierta predilección a traer el corazón en los mismos huesos, pese al frío de la noche y al riesgo que conlleva empuñar sobre el papel la pluma, a andar con la carne desencajada. Y no es excusa, bien lo sé, pero uno no elije esto, como tampoco los vicios han de darle a uno la opción de escojerlos, ellos son los que vienen y ya después deciden si con nosotros han de quedarse por siempre o alguna noche de Luna harán sus maletas y con el alba partirán lejos. Como quiera que sea, no tienes que intentar comprenderlo, solo quería que supieras lo que te habría dicho, cuando dije sin temores que de todas formas habría de morir, y no hubiera reinado entonces en tus labios el silencio, aunque creo que al final de cuentas, esta misiva, no, no te la daré; puedes pensar lo que quieras...

4 comentarios:

Alicee dijo...

Pierde Gato. Innecesarios le son los argumentos que tampoco necesita comprender. Se sabe con entrelíneas abiertas, se alimenta la duda de su andar silente, del halo que deja tras de sí cada noche...

Aún en el negro más profundo de la noche sin lumbrera alguna, se le intuye Gato...

El miedo paraliza, la duda mata...

Ío dijo...

Eres viejo, tienes razón, sin serlo lo eres; parece que tienes la edad de las palabras, cuando estas ni siquiera existían.
Y me ha gustado lo que he leído, mucho
Besos, GatoPardo

Ío

Mondragón de Malatesta dijo...

Como si fuera un viaje a ninguna parte, me reflejo, dentro de su escrito, como perro que maulla, como gato que ladra, ¡carajo!, el hachís y sus efectos, ¿comprende usted?

Esta es una Carta a ninguna parte, y pareciera que de ahí mismo llegamos, de ninguna parte. Estimado GatoPardo, le mando un ramo de felicitaciones, por tan buena redacción. No soy un crítico creíble, tampoco soy un lector acomodado, más bien se lo escribe, un hijo de puta cualquiera, que jamás supo a dónde coño ir, ni tampoco a dónde rayos caer. Un abrazo, tan anisadito como en Nájar.

Romek Dubczek dijo...

Me encantaron las citas de Dostoievski y de Bukowski. Qué grandes fueron.