junio 23, 2016

La cena servida ya está fría

Sobre la mesa de la cocina
la cena servida está ya fría
y bebo más por pura costumbre
que por mi propia convicción
fumo por necesidad y busco lumbre
que aluce un poco mi extraña razón.
Escucho la charla de mis vecinos
la mujer reprocha al hombre algo siempre
sexo, dinero, un poco de atención
y yo con estas ganas bajo el vientre
pongo el oído en la cortina de la ilusión
y sólo mi trago de ello es testigo.

El poeta no es un cabrón que despierta
a las siete am para ir a comprar leche
el poeta es solo una partícula muerta
y un escozor de mansas orugas latentes.

Yo, por ejemplo,
estoy loco y muy a menudo
soy el reflejo del arcoiris
frustrado en otros mundos.

Soy también la calidez de ese sueño
que te pide quedarte a mi lado
para rondar con mis manos tus senos
sin embargo, soy sólo un tibio borracho
que pretende compartir febril contigo
su sendero nocturno y su fiero tejado
en el que piensa siempre bajo tu ombligo.

Pero me duelen las ganas sobrepuestas
en el camino a ciegas transitado
me duelen las elegías y las comedias
en las que he sido yo un simple payaso.

Y ahora estoy cenando sin hambre
y bebo el tercer trago de la noche
escucho el pasar veloz de los coches
mientras mis tripas saben a sangre.

Ayer te hice el amor como hombre
y el poeta malo que soy se indignó
ayer encontré en tu ser radiante paz
y mi razón del todo gris se murió
así, sin dejar deudos a quien avisar
ni invitaciones de funeral en un sobre.

Miro al cielo
y el dios en el que no creo
me sabe de sobra
y sabe que no miento
cuando digo que más que tus caderas
quiero perderme entre tus sueños
para olvidarme de malas quimeras.

Quizás sea
que endemoniadamente te quiero
o que quizás pretendo
que endemoniadamente me quieras
sin que el demonio del pasado
entre nosotros se meta.

Sobre la mesa de la cocina
la cena ya ha sido devorada
por mis fauces y por el remedo de alma
de un poeta siempre encinta
que te escribe con sus lunas eclipsadas
enajenado con la belleza de tu espalda.

Soy un poeta de los malos
soy un cabrón de los buenos
y sólo espero que mis manos
te acaricien entre tus sueños.

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