En lontananza, las aves ya cantan
un nuevo mañana, una luz radiante
emerge tibia de ese albor distante
donde un viejo compás las sombras bailan;
el canto de la Luna, los rosales
antes del rocío, las nubes tristes
vueltas volutas, negros quistes
en el pecho, invadido de arrabales.
Una cadena de niebla, condena
a cumplir falto de fuerza, el sabor
en la boca de la hiel que antes del hervor,
quema la lengua hasta dejarla ajena;
ceniza que vuela, apagada hacia el mar
en torbellinos cargados de ausencia,
del alma reducida a la carencia
sulfurosa de las manos y su andar.
En lontananza, sal en las pestañas,
astillas en los ojos, huesos rotos,
hogueras y demonios, alborotos
y el delirio de la peor calaña.
En lontananza, mi lacia mirada,
mi mano apuntando directo al cielo
y mi sonrisa en ruinas dibujada.
En lontananza, sombras en el suelo
y el alma con ellas, fatigada
y desmembrada, tan cercana al duelo.
2 comentarios:
los rosales también después del rocío ;)
otro p'a ti
La luna canta lejos y cerca de esa alma que aunque fatigada tomará fuerza.
Es así...
Publicar un comentario