diciembre 13, 2012

Desde el cesto de basura II

VI

Inmerso entre las hojas,
bajo un otoño bastardo
de silencios que gritan,
contenido en las paredes
cristalinas del mismo vaso,
carcomido por la necesidad
alojada entre el índice
y el pulgar.

VII

A esta penumbra inmaculada
recitando versos sin voz
ha de faltarle el pecho
y un par de finos alfileres,
un latido, una espalda erizada,
un retazo siquiera de corazón.

VIII

Hace tiempo
que de mí no sé
si no es 
tambaleante
y hundido,
macilento
y perdido,
fiero amante
a pesar de lo cobarde
cuando casi extinto,
no acierto a decir
con las manos:
te necesito.

Y por ello
brindo.

IX

Con el mar rondando
bajo los párpados
uno no puede más
que acunar en los ojos
una pizca de sal
y los deseos de humedad.

Cierto es el vaivén
empedernido de las olas
coronadas con blanca
espuma y restos de ayer,
trayendo a nuestros pies
mensajes en caracolas.

X

Cuanta razón tiene
la cadencia en tu cadera,
el temblor agreste
provocado en la acera
contigua si tus pechos
me acorralan deshecho...

....y cuanta sinrazón
es la que sin más espero
en el infierno de tus labios,
en la lubricidad de tu cielo
entre el carmesí y el marrón.

XI

Cómo Lázaro, a diario
me levanto y a tientas ando,
con la resaca a cuestas,
con el rancio olor a tabaco
entre mis dedos y mi letra
en papel blanco cual sudario.

Y soy aquella dualidad
entre la vida y la muerte,
entre el ocaso de la verdad
y de la dulzura cuando miente
enredada en la precariedad.



1 comentario:

Mary HC dijo...

Al final siempre la luz se lleva los oscuros pensamientos de un pasado que se queda pegado a los talones... demasiado tiempo
saludos por esta casa
:)