marzo 12, 2010

¿Qué más da?

Aquí el pecho duele, aquí dónde se posan mis manos cual oscuras golondrinas que han decidido en él arraigarse. Y silva el viento y acaricia el cuerpo, en extraño frenesí que no deja dormir, que me obliga a recorrer de un lado a otro la cama, que no deja en paz vivir.
Los cigarrillos en el buró, como siempre tosiendo, tal vez en algún trance pereciendo.
El Ron ahí contenido, en su envase cristalino, reposando, bostezando.
Me preguntó entonces, sobre la vida y sobre la hermana Muerte, y si el azar es aquel juego de niños llamado suerte. Y después divago entre pensamientos trasnochados, entre esta intensa carga de trabajo y el estrés acumulado.
Hace demasiado tiempo que no acumulo mis culpas sobre el último cajón del desolado escritorio, hace demasiado tiempo que mis verdaderas palabras no esculpo. Hace tiempo también que mis demonios se aburren al contemplar cada noche el mismo alimento, cada intención malintencionada, cada prosa en el cesto de basura acumulada.
Siempre he creído decir lo que en realidad pienso aunque nunca repare en pensar lo que siento. Separar la razón del fatídico y funesto corazón, es como la injusticia de separar el tabaco del alcohol de las noches más solitarias por las que incubo mi muy subjetiva sinrazón...
Aunque a fin de cuentas ¿qué más da (debe ser mi isotopía, muy redundante, pero siempre mía)?
No es mi deber esta noche empezar con la conservadora actitud que me impida escuchar el tintinear de las copas en señal de ¡Salud!

3 comentarios:

Sabina dijo...

huuui qe lindo he! me ha gustado cada palabra : ) un abrazote y sigue escribiendo asi!

Anónimo dijo...

Espero que un saludo no desmerezca tu contribución, siempre vengo a visitar al gato aunque a veces no lo note.

Cuidate, casi todo es muy digno de una caricia

perfecto herrera ramos dijo...

Reflexiones con la dulce materia de la palabra bien engarzada. Realmente, es usted un gato elegante capaz de hacer poesia de la tristeza.

Reciba un cordial saludo.