diciembre 30, 2009

Recuento de los Tragos

En tono solemne (si éstos tiempos se prestaran para llevarlo como otrora, me quitaría el sombrero), he de comenzar esta perorata, con la sobriedad que traigo a cuestas por que bien, la ocasión lo amerita.
¡Vayamos al grano, pues
que cosa común en mí, es
autonombrándome lacónico,
relucir matices sardónicos!
Inventariando los ires y venires, haciendo el recuento de los daños (aunque tal vez, sería más prudente y honesto, decir de "los tragos") de los días y las noches, de las Lunas y los soles, recopilo un saldo (que a las grandes transnacionales las pondría levantado la vista al cielo), que muy cercanamente roza el cero. La balanza lo dice claramente, las ganancias se neutralizan cuando combaten hombro con hombro, a las pérdidas.
Este año ha sido duro, como un invierno que se estaciona con sus luces intermitentes sin dar paso al deshielo de la primavera. Este año, me gustaría describirlo como insípido, pero no podría, por no ser un denominativo justo, por que fue una perfecta parábola que vino de menos a más, que rozó la cima y se desplomó, para alcanzar de nueva cuenta la sima.
Este año en mi tan viciada y conflictiva Ciudad de México, no fui presa de la delincuencia del barrio; solo me han quitado mi dinero (pobre de él) como todos los años, los políticos y los mandatarios que hacen labor de dar gobierno, aquellos que son al final de cuentas (pobres de ellos, también), criminales de guante blanco. No fui tampoco extorsionado ni tampoco accidentado.
Este año la Muerte, apenas se presentó en mis noches, pese aquel cuento de la influenza que algunos llamaron "porcina"; pese a los cárteles que traen la droga a cada esquina y que no dan tregua, que por todos lados decapitan y por todos lados "encobijan". "D"ios, por cierto, ni sus luces.
Este año mis ingresos netos, se vieron atropellados por la recesión financiera de los países primermundistas y que llaman "desarrollados", por la falta de inversión, por ese puñado de hombres que prefieren cargar sus bolsillos, a caminar con ellos sueltos, y aminorar su ambición.
Pero este año, también (quizás gracias al Ron, no he quitarle merito), he escrito lo al cabo he querido, lo que he necesitado y lo que mi muy atormentada moral, me ha permitido. He gastado la vieja pluma una y otra vez deslizándola sobre el cuadernillo que a todas partes llevo; he filtrado mis pesares sin tener mayor artificio que ella, a manera de lastre.
He leído también, algunos versos, algunas prosas, algunas críticas, algunas palabras de aliento. He descubierto que mi voz taciturna hace eco dentro de la red; he encontrado grandes mentes que se plasman, grandes letras que me han hecho ferviente y asiduo lector, y por supuesto, un alumno. He hallado que a lo lejos, aún desde la más terrible noche, siempre es posible mirar hacia otros tejados.
Un agradecimiento a todos aquellos, que han posado su mirada, sobre estas letras mías y han podido soportar este vicio, que es de todos, el mismo.
Hasta el próximo año...espero.

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