mayo 03, 2014

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¿Cómo explico lo que ya sabes,
los cuervos rondando mi cabecera,
el fondo del mismo vaso, mi talante?

Mataría ahora mismo por una Olivetti
aunque le faltaran un par de dientes
o convaleciera de ese mal llamado caries,
tan sólo por llenar la espesa vaguedad
de este silencio disfrazado de vacío.

Y lanzaría un verso al aire
con esta voz carente de vos
para escuchar un "clac-clac repetido
así, ya sea encorvado o erguido,
y no este palpitar a solas de los diablos
vagabundeando los fúnebres andares
de una razón nublada esperando el sol.

No tengo frío y sin embargo tiemblo
mientras las sombras deciden el tren
y el destino de la estrella que te nombra.

¿Cómo ensalzo la letra en que te pienso
y no te tengo aquí, ni tu abrazo conmigo
se funde con las luces de mi eterna alborada,
en la que a diario te sueño enfermo y febril?

Estos trazos, cansados de perfeccionar a fondo
mi caligrafía no han de buscar la perfección
del punto y la línea, sino un tapanco sin rimas
en el que pueda y no ser, el amor rescatado
de la tierra que enraiza sus propios sofismas.

Más que un hombre cualquiera soy un gato,
un clamor metido entre órganos y tripas
y un triste poetastro y nauseabundo de amor.

Y entonces, a pesar de todo este mar
y las olas que en carne viva siento,
sigo pensando en una ti y una Olivetti
sin dientes por ser lo que más quiero.

1 comentario:

Ío dijo...


Yo tuve una olivetti, todavía la tengo, con todos sus dientes. Hace ruido. Se la presto a usted para sus versos.
Para el frío siempre un abrazo, un beso.
Poeta, yo le considero poeta, Gabriel.

m.