septiembre 11, 2012

Y aquí me tienes

Y aquí me tienes, en un borde
de la noche previamente anunciada
por una bandada de estertores
que volaron tan alto, que nunca
a ningún lado fueron;
con el recordatorio de la tinta
exprésamente negra
sobre la más amarilla renuncia,
con la melancolía por todos
los días sin más agendada.

Sabéis que me he cansado
de un pregonar que nada vale
a la luz de una vela cansina,
de darle fiera batalla al silencio
con la lengua devorada
por los ratones que ahora amigos,
me han enseñado a refugiarme
entre mis más íntimos rincones,
bajo las sábanas de alquitrán
en las que asfixiado muero
para resurgir de una voluta de humo
en la que imagino, está la paz.

No queda más que la música
del ir y venir de la gente que pasa
a mirar un rato, y luego la memoria
por azar y por este actuar citadino
al llegar a casa, amoralmente destaza.

No soy sino el brillo de un amor
en los ojos que miran lo perdido,
la hojarasca de un bosque talado
por la mano de una máquina
que de pronto despertó siendo
un hombre masoquista y ensimismado,
que nada sabe ya del pecho
y del retoño, que necio
ha de crecer de aquella lágrima
que me brota de las manos.

Y aquí me tienes, con mis papeles
vueltos trizas latiendo descorazonadamente
esperando que el ayer del mañana,
la cara no me pinte de este payaso
que cada vez menos ríe
y cada vez más, arranca carcajadas
de aquellos que viven
abrazados a un mundo de oropeles
en los que sólo, sin saberlo malviven.

Y aquí me tienes, con la caligrafía
de tantos y tantos cuadernos que buscaron
la escritura perfecta que siempre ignoraron
aquello del pecho vuelto en un sentimiento
que nada sabes de trazos ni sofismas.

Pero me queda aquel nulo valor intacto
de decir frente al espejo: más no puedo,
la alevosía de la mística verdad después
de traer arrastrando por el gris suelo
y una hoguera que ante la leña
cruje y los demonios reverdece,
me queda un minuto ciertamente a solas
donde puedo escuchar que los cuervos
a mi vienen, siguiendo las olas.

No hay comentarios: