septiembre 03, 2012

En mis bolsillos V

I

Que proféticamente maldita
la cara de la Luna esta noche
envuelta entre despeinadas nubes
de las que sin más resurge.

Y yo, con media botella de ron
ligado al paladar, calentando
mis entrañas cuando mis ganas
son tibias y en su letargo suben
al cielo mascarado por un rato
tan sólo para desde más alto caer.

Y ahí está, y de pronto ya no,
y me tira al soplo del viento
un par de cenicientos besos
arrebatados de mí
por el designio del tiempo.

Sin embargo es estampa hermosa
de la penumbra que me abraza
bajo la fría soledad que se aloja
entre mi lengua y mi verso
que funge como espada.

II

Si alguna vez
cuando menos lo espere
-bebiendo un trago,
fumando mi fiel tabaco,
hilvanando un pueril verso,
o enajenado en mi pensar
macilento incubado en el vientre-,
me sorprende inmaculada
y sonriente la Muerte,
le haré un par de veces el amor
para que en ella
me quede por siempre.

Pero eso pienso ahora,
siendo ante la segunda copa
aún caballero galante,
un soñador que espera
que ella misma, a mi delirio
se preste.

III

Estúpido es querer abrigar
el universo entre las manos
cuando no somos más que carne
dispuesta en la estufa
que ha sido encendida,
por la llama del infierno
calcinando una vez nacidos
el alma  y el corazón
cuando hubo en apogeo,.
cuando carbón somos,
cuando ya estamos Muertos...

IV

Llevas el pecho altivo
y el sueño vestido de blanco,
la osamenta de los tuyos
ya olvidados por el tiempo,
un luto inocuo y desconocido
cuando buscas un beso
como agua en el desierto.

Y es entonces
cuando el espejismo
te consume
y los pies se llenan
de sal y olas marinas
que vienen y nunca se van
en total carestía.

Deberías dedicarte a Poeta:
o te mueres de hambre
o te embauca un domingo la gloria
de anidar en miles de labios
también sedientos,
pero sintiendo euforia.

V

Resulta más que claro
que mi voz es desconocida
y se rehusa al fuero
de la letra en la que me entretengo,
por no tener más lugar donde arder
que en mi propio y lento fuego,
mientras me anudo la lengua a los labios
y siniestramente en cenizas me debato,
cuando la pluma y el papel piden clemencia
y me embauca el corazón y la demencia.

He de ser sin más lo que debo,
lo que soy y sin más seré
ante tanta noche y un retazo de cielo,
con el cobijo mis ganas
y en el que un buen día
espero recobrar mis sueños.

VI

Un par de monedas le he dado
a un niño que toca el acordeón
y viaja con los pies desparpajados
a bordo de un vagón anaranjado.

Y ahora me pregunto si alcanzarán
esas dos grises monedas
para pasar una noche sin el alacrán
vuelta un gusano de seda.

Un par de monedas le he dado
sin contar con el azar de las horas
en las que el sueño nos ha quitado.

VII

Y así, demasiado viciado
por el hombre que otrora fui
y ahora ha mutado en gato,
no soy sino razón de alegato
entre lo que soñé y lo que viví.

Pero el más certero recuerdo
siempre será un mal consejero.

 Por eso olvido y después bebo,
para recobrar la claridad
de un pasado que fue incierto.

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