marzo 19, 2012

María te llamas



Has encalado las paredes,
los ojos puestos en lo alto
sin saber siquiera lo bajo
de lo que atrapan mis redes.

Pintas tonalidades ocres,
algunas veces rojas
otras incoloras y crueles
donde no habrán ventanas
ni verdes cipreses.

Y siendo el latir del pecho
el que a toda cuesta late,
vendran los demonios
a mirar los hechos deshechos
cuando el corazón se debate.

¿Y qué díficil es vivir la vida
sin la chispa que enardece
el alma que vive desvivida?

Habrás de pintar un manso gato
con los bigotes desiertos,
un manantial inveterado
con tus ojos bien abiertos
y eso no ha de significar nada,
sino un extraño espejismo a lo lejos
de sangre estancanda bajo el vientre
que tanta hambre tiene de espejos
esperando el eterno "para siempre".

Y no has de dejar la sonrisa
tras los espasmos de la levedad
de ese terrible y magnánimo ser,
tan apegado a la mismísima ausencia
que como equipaje es menester
de esa carencia que causa placer.

Por que conoces los soles de un mayo
cualquiera con amores y rechazo,
los grillos cantando en la ventana
mientras tu boca pinta una sonata.
a media luz de luna en sus rayos.

Y sin embargo María te llamas,
como la virgen del mundo católico,
como tanta Mujer que el frío resiente
atada a un colinialismo insurgente
de pasados crueles e inclementes,
donde el  pecho vuelto tibia flama
sobrevive con acento bucólico.

Pero el lienzo es más que la vida,
es un horario sin reloj ni segundero
y tus ojos son más que las letras
que escribes a media noche perdidas
al llegar sin aviso el aguacero.

1 comentario:

Sabina dijo...

Sabes, yo pinto por que el hecho de terminar una pintura y que me guste me crea una satisfacción y esa satisfacción llena un hueco que tengo y que nada más se sacia con el proceso y el producto de hacer una pintura. Eres lo primero que ha llenado ese "hueco" y me sorprendes. Mi respectivo cariño para ti. (Ese hueco es un defecto de artista, o quizá un defecto de mi egolatría, de cualquier modo defecto de fábrica)