pues "alguien" se cataloga como gente,
y la mayoría de la gente me parece
francamente soez y estúpida
y mi ego no admite considerarme
ni como gente ni como estúpido,
me considero un gato y siempre elijo
a quien taciturnamente acercarme
pero siempre tratando de ser bueno,
pues mi alma casi siempre es amable
y se entrega sin pedir algo a cambio;
si yo me entrego es por condición natural
de lo que creo y del talante de mi ser,
que parece ignorar todo sufrido mal
y el latido siempre tan vulnerable
que ha sido también mi escudo de armas,
mi sello inevitablemente personal
dotando de rosas una tumba con su ramo
de fragancias imprecisas y extrañas.
Pues más que un poeta vil y un borracho,
me he dedicado a amar y soy un amante,
y un amante solo es un ser que ama
y no un miserable segundo frente,
yo he amado y sigo amando si mi corazón
tiene una musa en quien confiar
y una mujer que me haga ser mejor
y sonría conmigo al despertar
porque el mayor de mis traumas
consiste en despertar desnudo y a solas
pues me derrumba mi propio mar
y la ausencia, con colorete en las mejillas
se me hace presente y me hace triste
y me debato entre mis propias olas.
Sabes, la lágrima no responde
cuando pretendo que venga por mí
en mi auxilio, cuando la necesito
y esta letra me palpita y no se esconde
porque hoy no he sido un tipo febril
ni siquiera escribiendo en mi escondrijo,
pues yo en ti confío, en tu trinidad:
"tu pecho, tu cuerpo y tu talante",
confío en ti y en mí a pesar del mal
que cada uno trae a cuestas
dados nuestros idealismos insoportables
en los que todo nos eriza la cresta.
Yo confío en ti, lo supe de cierto
desde el primer abrazo
y desde tu beso a quemarropa,
fue por eso que lo acepté aún temeroso;
yo intuía en ti una belleza distinta
y un amor que sería esplendoroso
reiterado después en tus labios,
desde que dormí junto a ti sin ropa
y no necesite del verso ni de la tinta
para ser quien soy a mi modo.
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