y de la soledad de los edificios
que engendran miles de personas
me gusta llegar a casa y saberme sólo
charlar con las paredes y las trabes
que nada saben si tengo o no juicio
por saberme un tipo que no embona
con aquellos diagnosticados locos.
Me gusta en demasía la música y el arte
tocar mi triste guitarra y escribir idioteces
mientras escucho morir mi propio latido
me gusta charlar a ciegas con el espejo
mi gusto por la lectura es mi estandarte
y una pasión que palpita entre las heces
de una era de un vulgo malvo y perdido
que se entretiene con falsos reflejos.
Sin embargo, algunas veces la soledad
se vuelve insoportable mientras llueve
y la lluvia apaga el carbón del infierno
en el que me creí un ser sempiterno
cuando en tornado un susurro se convierte
algunas noches la caña me sabe a sal.
Disfruto de la vida
lo que puedo
en lo que me llega la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario