septiembre 01, 2016

Confeso

Paso de la bombilla nocturna
a la más terrible sombra
y en ese andar de pocas luces
escribo a la par de lo que bebo
fumo en esta pose taciturna
que tan a menudo me destruye.

He estado leyendo mis letras
mis versos
mis malos poemas recién sacados
de una barrica de roble que los ha alojado
siempre tan lejanos del cielo.

No soy tan cabrón
ni soy tan hombre
cuando me sé poeta.

Y soy un poeta de los malos
uno más de los que se han viciado
ante el oleaje incivil de la vida
tan llena de arrabal y de sofismas.

Mi vaso es el mismo de siempre
mi letra, las garabateadas cursivas
mi pecho es un caldero
mis manos son las ganas
de que mañana todo prospere.

Y entonces estoy ebrio
tambaleo un poco
me alboroto el cabello
pienso y siento
suspiro como los locos
y vuelvo de pronto
del erebo a mis aposentos.

Tengo atorado en la garganta
ese espeso vómito quiere salir
un verso irremediable
y una voz al oído que quiere morir
que quiere morirse de esperanza.

Ya estoy en las penumbras
mi cenicero está hasta el culo de colillas
mi alma está casi vacía
y mi vaso ya a nadie deslumbra.

Soy un poeta
no soy un hombre
ni soy un cabrón.

Ojalá el mundo lo entendiera
ojalá mi hijo lo entendiera
ojalá tú lo entendieras
y me dejaran salir a flote
abrazado de mis falsas quimeras
cuando estoy ebrio
y mi sentido es real y torpe.

Mi habitación enmarca el rojo
la soledad y el frío de mi infancia
la muerte venida a machetazos
el resplandor de un poeta loco
que bebe y bebe por que su gracia
es la de amar a fieros latigazos.

Nunca he podido hacer daño
por convicción propia
nunca he podido ser el futuro
por los años que vengo arrastrando
nunca he podido ser esa gloria
que te quite de la vida lo duro.

Soy un poeta, mi amor
un borracho
un tipo que creyó en la grandeza
y soy un encantador barranco.

Y sólo soy eso
por ahora
por siempre
cuando me muero
a lo lejos
y en la muerte
sin embargo, te pienso.

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