abril 01, 2014

A mis veintiocho

A mis veintiocho la muerte ha venido siendo
mi triste confidente y mi mejor amiga,
ha sido mi escudo y mi tridente volviendo
de esta cosecha de grisáceas y turbias espigas.

Nada de mí en mi cuerpo sino la sal
de aquellos mares de naúfrados desiertos
que beben su desdicha y su propio mal.

Con mi barca llena de amor hecha pedazos
consigno esta tristeza al estar sin estar
besando tu pecho entre el azul de tus brazos
metido hasta el cuello en el rojo del mar.

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