...Y así, durante largas y tediosas vidas, permaneció allí, sentado sobre la arena; con las piernas cruzadas, frente al mar sin atreverse a entrar en él, y someterlo a brazadas. Horas enteras, con sus indómitos minutos cumplidos esperando un destello, una luz; esa sonrisa que de las aguas emergiera y ante la Luna, con la copa en lo alto levantada, dijera al menos: ¡Salud!
Los interminables segundos, precedidos por otros de la misma especie y más voraces, al final de cuentas le dieron la razón. Aquella Luna se escondía, sin brillo y sin corazón, las olas nunca tuvieron vida y la espuma marina, nunca jamás, a sus pies llegó...
Los interminables segundos, precedidos por otros de la misma especie y más voraces, al final de cuentas le dieron la razón. Aquella Luna se escondía, sin brillo y sin corazón, las olas nunca tuvieron vida y la espuma marina, nunca jamás, a sus pies llegó...
2 comentarios:
Sabía pues, que la vida era un mar, o tal vez dos.
No lo sé... Sabía pues, que la vida es sal, o tal vez tos. No lo sé...
¿Qué me diría Usted?
Seguro la piel se le arrugó!
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