porque aquel chaval y sin temor alguno
estudiaba sobre osamentas y muertos,
sobre balas impactadas en el ojo,
en la femoral o en en el punto más duro
que cubre el cerebro con el hueso.
Y pues la huesuda andaba brava con él
pues le parecía una falta de respeto
la forma en la que él no solía tener miedo
pues ella pensaba que todos debían temer
a la muerte y a la desnudez de los huesos
cómo todo cristiano con buen credo.
¡Chamaco bribón! ¡Pinolillo!¹ -Ella esbozó-
y mientras Axel exponía sobre balística,
su dedo blanquecino apuntó a su pecho
y aquel estudiante de pronto expiró
cuando era más que una mente mística
y dejó a sus padres totalmente deshechos.
La parca se fue muy feliz después de ello
y Axel se fue tranquilamente al cielo.