emigrando al terminar el otoño
como el alcohol frente al alcohólico
o como los fármacos que toman los locos
como llegar a casa sin ganas ni llaves
con la encomienda de un sueño bucólico
del que nada tú sabes
pero que me lleva a tener el pecho lógico
y las manos palpitantes de los moros
escribiendo versos sentidos como amarres
cómo navajazos a mitad del cuello
y no a mitad de las muñecas
como hacen los desventurados cobardes
a los que solo el ego les arde
cuando pierden la brevedad de lo bello
y contra la esperanza sus vidas estrellan
trágicamente, estúpidamente
como sus vidas, como sus sueños
tan vacíos como las cara de la moneda
en los que quieren ser un rey inclemente
y dar órdenes teniendo puesta una careta.
Yo soy como esa resaca de la conciencia
como el desamor sentido desde el amor
y soy la gracia de mi propia desgracia
soy el desagüe y el brote de la ciencia
dónde mi letra ha guardado el corazón
de tanto y tanta proxeneta
soy el verdugo y soy la víctima a la par
y soy espectador desde la misma tarima
en la que el mundo mira el mal
sin saber las consecuencias apocalípticas
que traerá la edad actual
de esta era sin siquiera paradigmas.
Por ello soy así
busco refugio y lo abandono
busco razón y me perdono
porque aún puedo y soy un ave febril.
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