julio 27, 2009

A la Dama de Negro

¿Qué podrías decirme tú, que durante tantas noches me has dejado del todo ingrávido?
¿Dime, qué podrías, si ya no he sentido tu nocturno beso tánico?
Tu aliento ha cambiado el almizcle y la mirra por los prendidos sulfuros,
Concebidos en fauces lóbregas y senderos oscuros.
He perdido la soga que duranta tantas noches, en mi alcoba pendía de los tímidos candelabros
Y prometía el siguiente paso, de un modo mucho menos macabro;
Los relojes han sido despojados de su atávica misión,
Las manos ya no se juntan en oración a Dios,
Los cánticos rebotan en las paredes, sin un corazón.
Y aún no dices nada, tu lengua otrora de fuego, ha venido a mí en témpano,
En irrompible galciar, para dejarme seco, infecto.
Como mi alma que hace tiempo ya ha partido,
Quizás cansada de la quina y el alquitrán
A lugares mejor convenidos,
A los mares, a los bosques, a un tejado con mayor dignidad.
¿Qué podrías tú decirme ahora, a mi lado y de pie esperando tan solo la aurora?
¿Qué podrías tú, siempre conmigo, hermosa corruptora?

julio 18, 2009

Versos sin Sentido

Hoy escribo una plegaria al cielo,
Con los pies bien firmes y a ras del suelo;
Invoco a los poetas caídos,
A los prosistas sin busto erigido,
Al juglar y al escribano,
Al trovador cubano.

Hoy entre absurdas notas,
El bebedor pernocta,
Este escribidor de mangas sucias,
No tiene más angustias.

Hoy, no tengo más que decir.

julio 13, 2009

Despertar

Despierto ante la noche negra, de largos dedos y cabellera cana. Las sombras deslizándose cuidadosamente entre calaveras recién pulidas, de sonrisas nacaradas y negros ojos ya sin pupilas. Me muevo según el eterno levante, me direcciono; me oriento según los gritos ahogados en las paredes, en los muebles que siempre a oscuras crujen; no así en la cruz que apunta al norte. Y las guadañas sesgando los pies que de tanto andar, han quedado varados; secos retoños de tonos ocres amedrentados también por los cielos y sus rayos. Mala hierba creciente en las laderas, aquellas donde revira el corazón y topa de frente y de inmediato, con la razón. Sudores fríos, sobre mi espalda erizada.

Oda Fiel (en carente prosa) a la Luna

La luna esta noche me mira, eso es cuestión ineludible. Tal vez haya escuchado mis lamentos, mis dolencias, mis maldiciones; incluso hasta mis dolores. ¡Qué va, qué importa! Si esta noche ha salido solo para mí. Y desde lo alto alumbra ténuemente mis latencias, mis propias excitaciones. Galileo, como fiel amante de los astros, debió pasar noches de éxtasis enteras, orgásmicas, del todo mágicas; ensueños de caramelo, de alquitrán, y licores.
¿Y qué si las inversiones caen y la bolsa se desploma? ¿Y qué si la influenza y las ejecuciones siguen cortando cabezas? ¿Qué más da? La luna en lo alto, magnífica brilla. ¿Y qué si el desempleo y la prematura muerte del capitalismo? ¿Y qué si los tiempos desalientan y la vida es más dura cada día? Ella sale de las penumbras, con su velo de nubes, emergiendo de las sombras. ¿Y qué si el tercer mundo ó el cuartro ó quinto? ¿Y qué si la hambruna o de la razón sin recinto? Nada. El astro creador siempre empujando la noche para esperar el nuevo día. Las musas colgando de su guadaña, aguardando, la vista del bardo, del poeta, del trovador, del despistado que de la triste melancolía saca el néctar de la vida.
¿Y qué mas da, si con ella, el corazón se afila, se aquilata.

julio 06, 2009

Mala Costumbre

Como de costumbre, es tarde. El vaso que ahora bebo, ha tenido que ser constantemente rellenado con aquel elixir que los cubanos sabiamente han sabido de la caña destilar. La cajetilla de cigarros, cada vez se queda más vacía.
Afuera llueve, y aunque poco, la suave brisa parece filtrarse por doquier. La Luna, sumergida entre las nubes, no se a ciencia cierta, si a caso me observa. Debe ser que esto de las lluvias, para nada favorecen a los gatos, que con la humedad, resbalan facilmente de los tejados. Y el Diablo, sujetando la cola entre sus manos, se burla, relame sus bigotes (al más puro estilo de Dalí), y se mantiene sonriente.
¿Que me aqueja? Si el ron me inyecta vida y las letras una paulatina muerte.