julio 13, 2009

Despertar

Despierto ante la noche negra, de largos dedos y cabellera cana. Las sombras deslizándose cuidadosamente entre calaveras recién pulidas, de sonrisas nacaradas y negros ojos ya sin pupilas. Me muevo según el eterno levante, me direcciono; me oriento según los gritos ahogados en las paredes, en los muebles que siempre a oscuras crujen; no así en la cruz que apunta al norte. Y las guadañas sesgando los pies que de tanto andar, han quedado varados; secos retoños de tonos ocres amedrentados también por los cielos y sus rayos. Mala hierba creciente en las laderas, aquellas donde revira el corazón y topa de frente y de inmediato, con la razón. Sudores fríos, sobre mi espalda erizada.

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