es solo el trajinar de diario
en medio de este mundo de insensatos.
Y respiro ya una vez en casa,
me quito los zapatos y los buenos modos
para enfundarme esa pijama del cinismo
que es la que mejor les va a los locos
y a la gente que siente sin traza.
Debo servirme un trago -pienso-
y en la mesa de la cocina a solas
suena el chorro de ron blanco
cayendo por el fondo de un vaso,
lo bebo y pronto mejor me siento
y empiezo a escuchar la voz de caracolas
mientras enciendo mi leal tabaco
y la penumbra me regala su abrazo.
Me pregunto si seré yo el problema
bebo un sorbo y me contesto:
"seguramente sí, gato"
porque en ello se esboza mi bandera
mis hechos, mi poesía y mis adentros,
seguramente todo resulte en mi abrazo.
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