octubre 06, 2016

Duermo en calma

De alguna manera
cada noche llego a casa
a veces sobrio
a veces ya un tanto embriagado
me tumbo en el sillón
enciendo el vigésimo cigarrillo
y beso el filo copioso de mi trago.

Ya después
busco mi banco en la cocina
mi cuaderno de cuadro chico
mi pluma de tinta negra
y escribo a diestra y siniestra
para saber si al menos sigo vivo.

Es básico mi ser
pese a la diaria dualidad
que me viste de traje y corbata
mientras me hallo desnudo
del pecho que nadie mira
y también del alma.

Aquello de "ser o no ser"
resulta más sencillo
cuando se carece de un alter-ego
que se comporta como si fuera un niño.

Al mundo le jode la gente
el vecino o el jefe o el vecino
la crítica o el señor de la basura
o el televisor si es que no enciende.

Al hombre
le jode la mujer que tiene
y a la mujer
el hombre si es precoz o impotente
o mujeriego o marica
o si ronca de una forma feroz.

A mí me jode quien soy
ser yo mismo
llevar el corazón a tope
el alma palpitando
saberme los cojones pateados
por un insípido pie
que extrañamente es el mío.

Yo ya no busco nada
pues todo tengo y en ello
me reverdece de noche la nada
y eso es algo sumamente cruel
pero a la vez a veces bello.

Y luego llego a casa
de alguna manera cada noche
y bebo mientras escribo y fumo
plancho mi camisa y mi corbata
me sujeto fuerte al nocturno derroche
mientras siento que me esfumo.

Ya después duermo en calma.

No hay comentarios: