Ya nada sé de ella
desde que me envió
aquella bellísima carta
que me describía
como un fantasma irrisorio
que aún apesar del tiempo
algunas noches besaba.
Yo todavía le guardo
un pequeño lugar sin polillas
donde apenas recuerdo
que dejé maltrecho el corazón
cuando no tuve más noticias
y sí una avalancha de sueños.
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