Miro a las muchachas
que van por el anden
con sus zapatitos rojos
o negros o azules
corriendo los cerrojos
de la noche y del vagón
que desampara poetas
cuando se inunda sales.
Casi ninguna de ellas
cuando viajando escribo me mira
y si lo hace pronto me alejo.
La locura es contagiable
en estos amarillos tiempos
de feroces y solitarios espejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario