Dos mujeres se besan
y es su beso, un beso
de manantiales cristalinos
explotando bajo la tierra
y es fuego que no quema
y es dios jugando al poker
derrotando sin ases al diablo.
Todo el mundo en la estación
las mira y comentan las vecinas
dagas al oído y los cabrones
se pones de pronto rígidos
de la mitad para abajo.
Cuando todo no es más
que morbo en espesas bocanadas
la belleza se pierde sin mirarla.
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