Mi corazón está flotando
desde hace tiempo
sobre flores malvas
dentro de un frasco de alcohol
y es cierto, algunas veces
a la mejor provocación sonríe
y es azul como el cielo
o se enrojece con la gloria
de hallarse entre cafés reflejado.
Pero han pasado ya
bastante lunas por los bigotes cobrizos del ermitaño
y en sus ojos de vacío
una estrella muere cada día
y entonces es lo que es el espacio.
Todo de mí reviste de tristeza
un pasado en salmuera y en grises
que claman por callar el silencio
en el que se desnuda la belleza.
Leo los diarios por la mañana
y mi corazón sigue flotando
sin ser cuervo o pájaro azul
entre las fauces de un leviatán
desdentado y dulcemente nacarado.
Incluso entre los ocres y el ambar
cabe bastante bien el amarillo
una plegaria, una blasfemia
o en la cabeza un golpe de martillo.
Mi corazón está flotando
y choca constantemente
con las paredes del vaso.
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