Hace ya bastante tiempo
-deben ser años, supongo-
que no he podido escribir
uno de estos torpes poemas míos
sin estar en levedad y embriagado.
No sé si mi seguro de vida
avale la transitoria muerte
por el higado destrozado.
Sería una pena, no morir
sino que alguna claúsula
de la poliza que he contratado
le negara el importe a mis deudos
por beber indiscrimadamente
mientras me lleva gustoso el diablo.
¡Qué putas, si aún
en esta habitación
con su rastrojo de estrellas
me queda el pecho
tan martajado y una luz
de un pasado con estrellas!
Debo hacer de ello un poema
y después en au totalidad
leer todas las letras del contrato.
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