En realidad,
conmigo hay poco
sino es que nada
y exagero a menudo
cuando quiero querer
y cuando odiar odio.
No ando buscando luces
imitadoras de alboradas
ni lámparas de gasolina
por los pasillos clandestinos
en los que a gatas se arrastra
lo peor de toda mi poesía.
Entonces un perro por doquier
aulla y tan triste es su aullido
que el mar me corre insumiso
por estas cadavéricas mejillas
en las que ese tibio pasado
anidó media docena de besos
ajeno a las las llagas de un Cristo
por la razón y la fuerza desterrado.
Poco hay conmigo y sin embargo
disuelto en esta nada hay tanto.
Traigo un soplo de cinismo puro
en estos pasos dados a tumbos
por el andamio de la muerte
en la que no tropiezo ni caigo
a pesar de que me ama con el alma
dentros de estos versos sin suerte.
Qué difícil decir te amo
cuando la vida convulsiona
entre las horas perennes.
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