Ya no hay columnas en el desierto
en las que olviden su sexo los santos
y cada vez hay más chicos en tacones subidos
simpatizando con solitarios y borrachos
que duermen cada noche en la esquina
en la que sólo florece tenue la muerte.
Y entonces, no pueden ser de otra manera
mis arrebatos y la expresa locura de mi poesía.
Sin embargo es cierta y es mía.
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