Un ruido a media noche me despierta
de este letargo en el que escribo gris
y no es más que el rumor de las máquinas
tratando de predecir el fin, el adiós definitivo
del que no podremos huir ni decir "me largo"
ante tantas y tantas cerradas puertas.
Prefiero el tinto por igualdad a la sangre
cuando soy espectador de masacres.
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