Mis condiciones están sobre la mesa
mientras mi mundo poco a poco se derrumba
y en tus ojos que tanto me miran, una chispa
de avellanas irradia cierta complicidad
que apunta al horizonte y a los tibios lugares
en los que mi sonrisa ha estado en cinta.
Nunca he pedido demasiado de una mujer:
que me lea, que esté parcialmente loca
y preferiblemente, de piel tersa y morena.
Sin embargo, tú que cumples a la letra
todas mis condiciones, un tanto me asustas
y otro tanto, me mantienes a flor de piel
escribiendo aunque esté desangelado.
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