Todo aquello
con rastro alguno de frescura
no es más
que un despojo
de donde antaño
hubo espesa locura
y un crujir a media noche
recaudado entre el pecho y las manos.
El artista no es más que un equilibrista
contratado por una necesidad equiparada
con la esencia del más lúgubre de los cirqueros
o con la vaguedad del casco y de las botas
que cargan penosamente y cada día
el espeso trajinar de los obreros.
Tu eres muy linda
-siempre me lo has parecido-
y no entiendo por qué tu gusto
por los artistas bajo los suelos
si en la blasfemia nunca jamás
habrán de acurrucarse febriles
la certeza ni los más blancos sueños.
*A Sharon Hernandez.
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