Han muerto ya los manzanos
del otrora y las banquetas sólo crece
la más terrible incivilidad del ahora
inmerso entre las heces fecales de un perro
que ladra y en su ladrido esboza el llanto
de la semilla enmohecida y podrida
que el viento hasta aquí arrastra.
Mientras tanto los gatos permacen huraños
cuando las gatas requieren su lengua y su tacto.
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