Como una hogaza de pan duro
remojada en una copa de vino
o este onceavo cigarrillo que fumo
y que nunca hará olvidar el destino.
Y en mis andares solitarios
no hallo el surco de la lágrima
que embalsame de paz mi palabra
ni de encanto el propio desencanto.
Debo volver a mi lugar
instalado en la despensa.
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