En la mañana, sobre la almohada,
algunos cuantos cabellos con olor
a cigarrillos quemados y a dura resaca,
algunos pétalos nacarados de la flor
más certera del rosedal de la muerte,
mis ganas fornicando con las ganas
de despertar aquí contigo, y tenerte.
Sobre la almohada, en la mañana,
amannece el demonio ya con canas.
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