Nunca entendí la lengua de la flor
que bajo el agua emana, ni el idioma
de los panes y los peces por no saber
a modo, las tablas de multiplicar;
no pude nunca comprender tampoco,
a ciencia cierta el palpitar de un corazón
podrido y exhibido entre letras malvas
al fondo de un frasco de alcohol.
Nunca acerté dos tiros jugando a las damas
y si era el ajedrez, mi rey infame abdicaba.
Nunca llegué a Roma preguntando
con la voz rota y el alma en harapos
ni Nerón jamás me recibió en sus aposentos,
nunca la Grecia antigua su perfil descansó
en la fallida Iliada sujeta a mis brazos
tan llena siempre de personajes perversos.
Nunca emprendí aquel vulgar sueño
americano, ni creí en el albor de los designios
de oro y jade de mis preciados antepasados;
nunca mi fe despertó embriagada en la fe
que anuncia con campanas la misa de gallo,
nunca tuve esperanza en el mítico después.
Y entonces aquí me tienes, escribiendo
versos la borracho y a lo puramente macho
por que más no sé hacer, cuando mi beso
tu boca febril acepta y después, me descalabra
con un puntiagudo y desangelado ¿por qué?.
Si supiera contestar la vaguedad de los "por qués"
nunca como hoy te hubiera besado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario