Suelo mirar en tus ojos una luna más clara,
verter los vagos sueños
que aún me quedan
en el par de onzas que bebo de la botella,
remendar las pasiones que
guardé en la alacena,
desnudarme de estas
letras sin mamparas
a mitad de la noche
cristalina,
cabalgar aquel corcel
endemoniado del ser
inmerso en una espesa
neblina.
Poco hace falta,
para tocar con mis manos
el cielo
y sin embargo,
este demonio que sobre los
hombros cargo
metido en la porosidad de
los huesos,
predican que la ausencia es
tanta.
Suelo esperar de la sonrisa marchita el brote
que hace eco en el verde de los cipreses,
andar rondando en las estrellas que ya nadie mira
por la estela carmesí en la que en mi pecho creces.
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