Bajo este cielo auspiciado por ardores
de fuegos y lenguas que se arrebatan
el agua y de ellas a caso una gota beben,
resplandece un cementerio adoquinado
donde los huesos sin más se abrazan
en un resquicio donde el sol no es suficiente.
Sé que no vendrás y sin embargo,
te espero al pie de la encalada escalera
bebiendo un trago y encendiendo un cigarrillo,
cuando el demonio no me importa
y entre el espesor de la letra y la tinta negra
descubro una estrella blanquecina en mis bolsillos.
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