"...Incluso en mi estadía por la vida
he dejado pasar un par de veces
la muerte. Una de ellas, pistola en mano;
la otra, la más vívida y más cruenta, esbozando
en lo alto la brillantez del filo del machete..."
Gabriel Salinas.
Bien, aún sigo vivo -pienso- y cantan
a lo lejos o rugen -no lo sé- las olas de mar.
A poco menos de dos kilómetros de aquí
el ulular de las luces bicolores de las sirenas
alumbran el paso de la muerte y estoy febril
bebiendo un trago que acompaña a mi tabaco.
Y bien, sigo vivo -pienso- y las mariposas
aleteando -quizá sean larvas- me alejan del mal.
Pero aquí sigue habiendo un silencio y las alas
son de azulados cuervos suspendidos en la noche
que se me viene encima como el plomo de las balas
que perforan el pecho, justo en el preciado otrora.
Y también, me desvivo -y te pienso- y te ansío
desde este poema mío que precisa tu pecho al clarear.
alumbran el paso de la muerte y estoy febril
bebiendo un trago que acompaña a mi tabaco.
Y bien, sigo vivo -pienso- y las mariposas
aleteando -quizá sean larvas- me alejan del mal.
Pero aquí sigue habiendo un silencio y las alas
son de azulados cuervos suspendidos en la noche
que se me viene encima como el plomo de las balas
que perforan el pecho, justo en el preciado otrora.
Y también, me desvivo -y te pienso- y te ansío
desde este poema mío que precisa tu pecho al clarear.
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