Mi poema número seiscientos doce
ahora, tristemente yace en la basura
junto al empaque de mis cigarrillos
que oculta una botella parda y vacía
extinta en mi boca en un reciente otrora.
Tan mal están los tiempos que mi poema
mañana a primera hora será reciclado
y se hará de él una bonita caja corrugada,
una bolsa de cumpleaños, la pasta
de un cuaderno o una simple hoja exiliada
de esta manía de mis artesanas manos.
Mi poema número seiscientos doce
ahora, felizmente me olvida y sonríe
inmune a mi letra y a mis malas horas.
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