Mi cenicero carga
con un poco
de mis huesos
de alma si la lleva
ataviada nocturna del tiempo
y de mis tristes ojos.
Miro hacia dentro del vaso
y en él
la ausencia
la soledad que arremolina
encantadora en el vacío
en la carencia de fe.
Mi habitación es una cueva
y es la boca de un feroz lobo
es Mictlan
es Erebo
y la hoz de una luna nueva
apagando cruelmente su rojo.
Y así
frente al espejo
describo de noche mi nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario