Una corona enmarca la frente
del hijo de dios y nadie mira
tras de sí los animales muertos.
Las carreteras, las míseras calles,
en las afueras de los hoteles,
bajo la mesa, en el desayuno
tomado a solas, ahí yacen ellos.
Tengo una rara inclinación
hacia la muerte en el sillón
y a abanderar el alma
de todos mis animales muertos.
Una corona enmarca la frente
del hijo de dios y nadie mira
en sus pupilas la muerte.
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