Me disculpo
por no saber amar
como aman los hombres,
por mirarte más allá
y por tratar de elucubrar
el mar que acontecen tus ojos.
Me disculpo por arder
tan solitario y silente
cuando mi voz precisas
y yo embriagado en el silencio
preciso un trago sin después.
Me disculpo si me sueño febril
inundándote de este mar
después de besarte las piernas.
Me disculpo por mis días
y por el verso que se anida
en esta noche mía siempre eterna.
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