Quizás ya entrado en copas
y luces tenues enmarcando
mi verdad que nunca miente,
voy desenmarañando un bola
pretendida por hurañas brujas
y es ahí donde palpita el vientre.
Tengo un cúmulo de gris esperma
deambulando de norte a sur
por las paredes de mi triste verso
y una aversión hacia esa justicia
que ha de nacer de la propia mano
y que no terminará nunca con un beso.
Traigo las ganas a flor de esta piel
que se reviste de sumisa oveja
cuando detrás esconde un lobo,
un bandoneón y un sutil tango
situado entre la lengua y la cadera
y en ti especulo a dios con morvo.
No he de mentir, lo juro
a pesar de las brujas
y del ensamble de conjuros.
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