Del humo del cigarrillo que se eleva,
de mi camisa blanca, de mi corbata,
del silencio que sólo sangre segrega,
del trago en plural que me acompaña,
de saberse sólo y a mitad de la nada,
de esta frente sin laureles coronada.
De las dos o las tres de la mañana,
del arrabal, de tanto vaivén de la mar,
de la malta y cuando menos de la caña,
de toda esta rabia en soluciones de sal,
de tardes rojizas y ausencias de trincheras,
de estas manos marcadas por la guerra.
De la timidez de un amor que doblega
el temor que en este pecho se desplega.
Solo vine a decir que te quiero
pero me han salido los demonios al paso,
lo siento amor, tanto lo siento...
2 comentarios:
No les haga caso a los demonios, amor.
Que yo los palearé y me los cargaré para que nunca más vuelvan a importunarte.
No les haga caso a los demonios, amor.
Que yo los apalearé y me los cargaré para que nunca más vuelvan a importunarte.
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