Ya me bebí el primer trago
y he encendido el enésimo cigarro.
No lo tomes a mal, estoy perdido.
Esta tierra aún tiene grietas
por las que sangran la perdición
y servido con hielos el desamparo;
estos tiempos tan carentes de gloria
traen astillas carmesí en los ojos
y en la boca una mueca de descaro.
Y la guerra silente que no estalla
a pesar de caminar sobre los vidrios
del pasado descalza, ya montada
y sujeta a las crines de la alborada
en la que el pecho y la garganta
no saben sino tragar agudas espadas.
Ya he terminado el primer trago
y sigo ensimismado y perdido
fumando la gris humareda del tabaco.
No lo tomes a mal, no soy tan fuerte
ni tan sanguinario para del todo ignorar
que lo que debe morir es el mar
y la ola que regresa cargada de muerte.
Y entonces, ya servido el segundo trago
timidamente he de subir al tibio cadalso.
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