Como un pedazo de carne seca
colgado en las paredes de un pecho
ya cansado de latidos, o la letra
embarrada con su gris por los techos
que lloran por ocultar las estrellas
con su tallante y su brillo perdido.
Como el estertor de un poeta.
Como la mar que se aleja de la arena
en este baile insufrible de los tiempos
de tragamonedas, o la sangre que cercena
la bondad de maldecidos sentimientos
que requieren un par de besos en la alacena
plagada de ratones que deshilan la seda.
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