Como perder ambos pulgares
o el brío de la mano derecha,
así mismo se siente de pronto
saberse derrocado y sólo
y en demasía duele.
Hay tanta gente
transitando los senderos
sin vislumbrar de lleno la muerte
o la rosa que marchita
opaca el rayo de sol venidero.
Y estamos solos
mientras nos miramos a los ojos,
desesperados sin saberlo,
absortos,
perdidos en un banco de nubes
que elucubra una piltrafa de nosotros.
Amargas son las despedidas
por ser las creadoras de la soledad
y de las copas que saben a ambrosias.
Como perder un ojo siendo tuerto
o el verso certero de un gris poeta,
mientras el todo se llena de nada
y nos sabemos en solitarias hondonadas
cuanto todo esto es cierto.
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