Ciertamente mi locura radica un poco en la bebida,
en la lejanía de los soles, en la cofradía
de una muerte que viene a darme de beber
en la boca y el frío que los huesos resienten
ante el albor con el pecho metido en el neceser.
Tengo entre manos una copa rota
y en el latido un remedo insaciable de gloria.
Pero a menudo voy y vengo de las sombras
sin siquiera traer conmigo un amuleto,
un beso en la mejilla de una mansa quimera
que brinde con mi letra desde el ombligo,
o un despertar a mitad de un vals terrible y lento
donde nunca sea detestable mi letra y mis maneras.
Sin embargo te tengo, tan metida ya en los huesos,
en esta gloria concebida desde el principio sin cura
y tan sujeta al beso que precede siempre a un abrazo,
tan cierta como el sol de diario y de la luna su blancura.
Ciertamente mis pasos buscan el uno dos
y mis ganas anidar solemnemente tu cadera,
no de una forma tradicionalmente vulgar
sino de una forma en que el levante,
detenga un instante su carmín esfera
y no impida con su terror que tu pecho adelante,
cuando no soy más que una cresta perdida en el mar.
Pero a pesar de todo, del brillo en tus labios,
y de tus ojos, de los menguantes de luna y espuma
existe un corazón que siempre late desbocado,
un par de manos que precisan del todo amar
y he descubierto que ante ello no existe la mesura.
1 comentario:
Enorme!
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