Aquella vez se encontraba dios
bebiendo sin temor la copa de cicuta...
-pienso- y así nací yo.
Gabriel Salinas .
El gato es una cuestión a parte,
Gabriel es una molécula viviente
que busca la belleza como estandarte
a pesar de hallarse entre albores recurrentes.
Y nada tiene sentido por si mismo
cuando la dualidad equilibrada
busca un punto medio en el cinismo.
El gato, con sus bares y muchachas,
el hombre, que nunca dispone de un hacha.
Y en esta decadente locura me viene
en gana el más feroz punto medio;
alejarme de lo que el loco siempre tiene
menos de aquel lugar llamado miedo.
Pero ha de ser el beso el que aterra
mis dominios y la caricia clandestina,
esas noches con los pies en la tierra
donde tu boca es quien me determina.
El gato, siempre seductor
pretende un hotel y hacerte el amor,
Gabriel, evoca en el perdedor
una forma sublime de redención.
Y cuando el trago y el tabaco
conjugan la fe en terribles párrafos
te busco en las cadera el cáliz,
y en la adicción justificada del párroco
que besa la copa dorada
metido en la soledad de un taxi.
El gato y yo, somos la misma mierda,
sin importar la moneda en el aire
o la suerte de aquel que la pierda.
3 comentarios:
¿En qué vida el poeta real se sirve de una página virtual para ponerse el nombre de trovador y juglar?
¿Desde cuándo perteneces al ejercito de los cibernautas que necesitan de un elogio y otras estupideces vanas para aumentar encarecidamente su amor propio?
Es cierto, la misma mierda...
En algún recodo del camino me perdí, de eso no me queda duda.
En cuanto a todo lo demás mantengo firme la postura de aquel que ignora el todo por sucumbir en la nada.
Gracias por sus preguntas a manera de puñetazo!!
Yo le conocí en los años en que tenía aún un poco de grandeza. Hoy le desconozco.
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